jueves, 22 de enero de 2015

Memoria de Poe/II


 
Al criticar  la formación literaria y cultural de Poe no debería olvidarse que en los años 1831 y 1832, cuando su carrera de escritor quedó definitivamente sellada, Edgar trabajaba acosado por el hambre, la miseria y el temor; el hecho de que pudiera seguir adelante y remontar día a día nuevos peldaños hacia su propia perfección literaria prueba toda la fuerza que habitaba en este gran débil.
Julio Cortázar
 
Tras su salida de la casa paterna, Edgar Allan Poe se embarcó rumbo a Boston para probar fortuna. Apenas llegado a aquella ciudad, una accidental amistad con un impresor le permitió publicar su primer libro en mayo de 1827, Tamerlán y otros poemas. En el prólogo de esta obra, Poe sostuvo que todos estos poemas los había escrito antes de los catorce años (Poe contaba con dieciocho años en 1827), aunque se observa en algunos, como en el mismo “Tamerlán”, la búsqueda de una identidad como poeta y como persona a partir de la ruptura con su padre adoptivo. He aquí la primera estrofa:
 
Tamerlane
 
Kind solace in a dying hour!
Such, father, is not (now) my theme—
I will not madly deem that power
Of Earth may shrive me of the sin
Unearthly pride hath revell’d in—
I have no time to dote or dream:
You call it hope—that fire of fire!
It is but agony of desire:
If I can hope—Oh God! I can—
Its fount is holier—more divine—
I would not call thee fool, old man,
But such is not a gift of thine.
 
[Tamerlán
 
¡Ah, gentil alivio en la hora moribunda!
Mas, padre, tal no es (ahora) mi tema;
No seré tan loco para pensar que algún poder
De la Tierra puede absolverme del pecado
Del que mi arrogante orgullo gozó;
No tengo tiempo para desvaríos o sueños:
Tú llamas a esto esperanza; ¡a este fuego del fuego!
Pero es sólo agonía del deseo:
Si yo puedo esperar —oh, Dios, y puedo—
Es porque su fuente es sagrada, más divina;
Yo, anciano, no podría llamarte tonto,
De cualquier modo tal don no es tuyo.]


Este breve volumen está impregnado del estilo byroniano y de ciertos temas románticos como el sueño, el amor, la esperanza y la melancolía de un espíritu solitario. Obvia decir que el libro no se vendió y el joven de pronto se vio sin dinero, en una miseria espantosa, y determinó que su único camino en ese momento era enrolarse en el ejército como soldado raso. El soldado Edgar A. Perry —pues con este alias se había reclutado— no tardó en destacar de entre sus compañeros y ser ascendido a sargento mayor. Pero la ilusión por la literatura aún se hallaba en su corazón. Luego de dos años le escribió a John para que lo apoyara solicitando la baja del ejército, pues se dio cuenta de que para escribir necesitaba tiempo, dinero, bibliotecas, contactos, y aún le faltaban tres años para terminar su período en el ejército; pero Allan no respondió. Transferido a Virginia, muy cerca de la casa de los Allan, deseoso de ver a su madre, reflexionó que su padre no lo ayudaría si continuaba manifestando su deseo por una carrera literaria, así que volvió a escribirle añadiendo que quería entrar en la academia militar de West Point. Esta vez John Allan aceptó, sin embargo, Poe sufrió un nuevo revés del destino. Su madre murió mientras él estaba en el cuartel y Edgar ni siquiera pudo darle la despedida a Frances, porque el mensaje llegó tarde y no pudo cumplir con el deseo materno de verlo por última vez. Cuando visitó la tumba, que estaba muy cerca de la de Helen, aquel primer amor poético, cayó inconsciente y los criados tuvieron que llevarlo hasta el carruaje.
 
         Antes de ingresar a West Point, Poe visitó a su verdadera familia en Baltimore: su abuela paterna, su tía María Clemm, los hijos de ésta, Henry y Virginia, y su hermano mayor. Es claro que Poe buscaba aceptación familiar y cariño por el dolor que albergaba ante el fallecimiento de su madre Frances y el rechazo constante de su padre, y lo encontró en la tía María, quien, como Poe lo manifestó en un soneto (“To my mother”, 1849), se convirtió en su verdadera madre, sobre todo en los difíciles años por venir.
 
         En esta época (1829) vive en casa de su tía y, en espera de su aceptación por parte de West Point, consigue por fin un editor con ayuda de John Neal, escritor muy conocido en aquellos días. Así aparece publicado Al aaraaf, largo poema del mismo corte romántico que los anteriores, en conjunto con Tamerlán y otros poemas. De igual modo que con Tamerlán, Poe había depositado su esperanza en este libro que distribuiría entre sus amigos.
 
         West Point lo aceptó en marzo de 1830, aunque su estancia fue igualmente corta por la falta de ayuda económica de John Allan, quien en este punto ya estaba sumamente decepcionado de su hijo adoptivo, pues veía que a pesar de la falta de apoyo en la carrera literaria que Edgar deseaba, su hijo era publicado y no tenía en la mira una profesión que le valiera ser el orgullo de su padre. Éste, al igual de lo ocurrido en la Universidad de Virginia, no lo apoyó económicamente (menos ahora cuando acababa de contraer nupcias con una esposa que sí le daría los hijos legítimos que tanto anhelaba), esta vez ni siquiera para los gastos más necesarios y, con ayuda de un coronel, Poe se hace expulsar de la academia y logra, a través del financiamiento de algunos de sus compañeros, publicar un tercer libro: Israfel.
 
Israfel
And the angel Israfel, whose heart-strings are a lute, and who has the sweetest voice of all God’s creatures.
KORAN
 
In Heaven a spirit doth dwell
“Whose heart-strings are a lute”;  
None sing so wildly well
As the angel Israfel,
And the giddy stars (so legends tell),  
Ceasing their hymns, attend the spell  
Of his voice, all mute […].
 
[Israfel
 
Y el ángel Israfel, cuyas cuerdas del corazón son un laúd, tiene la voz más dulce de todas las criaturas de Dios.
Corán
 
En el Cielo mora un espíritu
 “Cuyas cuerdas del corazón son un laúd”;
Ninguno canta tan apasionadamente
 Como el ángel Israfel,
 y las estrellas mareadas (dicen las leyendas)
deteniendo sus himnos, asisten al hechizo
de su voz, todas en silencio […].]
 

En 1931, sin dinero, hambriento y angustiado, regresa a la casa de la tía Clemm en Baltimore, a su hogar. Al poco tiempo de instalarse, muere su hermano, quien padecía una tuberculosis terminal. De esta manera pudo escribir, en la soledad de su buhardilla, sus poesías y dirigió su atención hacia un género que en aquella época parecía más vendible: el cuento. Su primer relato publicado, “Metzengerstein”, dice Cortázar, “nació como Palas armado de punta en blanco, con todas la cualidades que habrían de alcanzar perfección unos años después”.

         Durante este tiempo, ahogado por unas deudas pasadas, probablemente de su hermano o de él mismo, le escribe otra vez a John, quien responde de manera indirecta y por fortuna no lo llevan preso. Pero la relación con su padre adoptivo está a punto terminar. En 1832, Edgar se entera de que John acaba de hacer su testamento y corre a “su” casa, en una mezcla de interés y recuerdos de infancia, a verlo, pero ni siquiera lo ve, pues la puerta está flanqueada por la nueva señora Allan. “En nombre de Dios, ten piedad de mí y sálvame de la destrucción”, es lo que le dice en la última carta que le envía a quien ocupó en la Tierra el papel de padre de Poe, pero Allan ya no le contestaría, pues falleció hacia 1834 sin dejarle un sólo centavo.

         Afortunadamente, Poe empieza a ganar dinero con su escritura. En 1833 obtuvo el primer premio (y cincuenta dólares) en el concurso de cuentos del Baltimore Saturday Visiter con el cuento “Manuscrito hallado en una botella” y, a pesar de la miseria, Poe ya era conocido en los círculos literarios de Baltimore y su cuento ganador le valió gran admiración que le abriría otras puertas.

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