miércoles, 15 de julio de 2015

Lecturas de verano 2015



Llegaron las vacaciones de verano y con ellas, para muchos de nosotros, el tiempo de leer aquellos libros que, por cuestiones de trabajo, falta de interés o simplemente por desconocimiento de su importancia, habíamos aplazado. En  mi caso, este tiempo de lectura no siempre se relaciona con obras publicadas este año, sino que me dedico a leer textos a veces olvidados, que habitan en otras geografías, en almas de escritores que ya no están físicamente en este mundo o en la frontera de la palabra, allí donde los géneros literarios no son tan claros. Debo añadir que también disfruto de leer en vacaciones libros especializados en alguna rama de la crítica literaria, de historia, antropología y todo aquello que, como diría Marcel Proust en su ensayo “Sobre la lectura”, va grabando en nosotros recuerdos dulces a través de esta gimnasia intelectual. Bajo esta mirada, comparto algunas de las lecturas a las que he dedicado y dedicaré mi tiempo este verano de 2015.


Emerson raramente comenzaba a escribir sin releer algunas páginas de Platón. Y Dante no es el único poeta al que Virgilio ha conducido hasta el umbral del paraíso. // La lectura es para nosotros una iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en el fondo de nosotros mismos la puerta de lugares a los cuales no hubiéramos sabido entrar. Su rol en nuestra vida es, por lo tanto, saludable.
Marcel Proust


Sin destino
Imre Kertész
Traducción de Judith Xantus
Barcelona: Acantilado, 2006, 263 págs.

Desconozco quién puso de moda la literatura húngara, pero lo cierto es que actualmente es un referente de la buena literatura. Se habla de ella en revistas especializadas, en suplementos culturales y en círculos literarios. Autores como Imre Kertész, Lazlo Krasnahorkai, Miklós Szentkuthy, Sandor Marai, Imre Madách, Antal Szerb, Magda Szabó e incluso Gyulla Illés, por mencionar algunos, son referencias importantes de esta literatura que se ha traducido a varios idiomas.
         Uno de ellos, quizá el más destacado escritor de la literatura húngara contemporánea por haber ganado el Premio Nobel en el año 2002, Imre Kertész (n. en 1929), nace en la escritura tras sobrevivir a los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald. En su primer libro, Sin destino (1975), recoge muchas de las experiencias que tuvo como prisionero de los nazis, aunque de ningún modo es un texto quejumbroso o que intente provocar compasión para quienes vivieron el holocausto. Narrada por un adolescente llamado György, la novela es un recorrido por el año y medio de vida de este personaje, quien descubre, con asombro y lucidez, la luz y la sombra en los campos de concentración y exterminio. Esta luz y esta sombra del alma humana conocerá György al final de la novela también existen en su natal Hungría y están ceñidas a las acciones, o falta de acciones, que realizan los hombres. No hay destino, nos dice el personaje de Sin destino, el destino no es el culpable de lo que le pasa al hombre, es la libertad del hombre para actuar lo que determina el acontecer humano: “Si existe la libertad entonces no puede existir el destino, por lo tanto, nosotros mismos somos nuestro propio destino de pronto reparé en ello con una claridad como nunca había tenido antes […]. Ellos también habían dado sus pasos; ellos también lo habían sabido todo de antemano, ellos también habían despedido a mi padre como si fuéramos a enterrarlo, e incluso más tarde sólo habían discutido por asuntos triviales, como si era más conveniente coger el tren de cercanías o el autobús para ir a Auschwitz…” [: 260].



Ensayos de literatura (verdaderamente) general
René Etiemble
Traducción de Roberto Yahni
Madrid: Taurus, 1977, 189 págs.

El marco en el que están escritos estos ensayos de René Etiemble (1909-2002) es la aproximación al concepto de Weltliteratur (noción heredada de Goethe y que se traduce como literatura general, internacional o universal)          , cuyo significado de país en país difiere. Hay quienes consideran que las obras que podrían pertenecer a este tipo de literatura son aquellas que se alejan de los nacionalismos (como lo pensaba Goethe, quien condenaba el nacionalismo alemán y con ello a cualquier nacionalismo literario); otros piensan, como lo hacía Guillermo de Torre, que la Weltliteratur sólo puede comprenderse a partir de la literatura comparada, y curiosamente también se sigue a Goethe, porque él creía que la literatura general, como disciplina, podría corregir y nutrir la escritura de los autores, como un campo de crecimiento intelectual, lingüístico, poético, etc. Para Etiemble, la búsqueda de una literatura general es complicada, porque en esta búsqueda la gente “ha tomado el cómodo partido de la sumisión o la destrucción sistemática de las literaturas africanas, indias, amerindias, malgache, indonesia, vietnamita y otras” [: 12] y también ha abierto, o mejor dicho cerrado, cánones literarios en los que las muestras de “literatura general” dejan fuera literaturas que los canonistas desconocen, lo que provoca, incluso, un empobrecimiento de las lecturas recomendadas. Así, sabemos que en estos cánones siempre aparecerán Shakespeare, Cervantes, Goethe, Flaubert, Dickens, pero difícilmente Lu Hsun, Murasaki Shikibu, Natsume Soseki, Ben Arabi, Al Farabi y, aun, el Panchatantra, lo que provoca serias dudas con respecto del criterio de selección de estas muestras de literatura general. Así, algo molesto por el hecho de que Occidente privilegie lecturas occidentales disfrazadas de literatura general, se abre este libro de Etiemble que anuncia una serie de ensayos provocadores, como el que lleva por título: “El diccionario como género literario”.



Todo
Janne Teller
Traducción de Carmen Freixanet
México: Planeta, 2014, 150 págs.

Todo, de Janne Teller (n. en 1964), es una serie de relatos en los que la escritora se adentra a partir de una afirmación que además titula el último cuento de este libro: “Todo”. El Todo, nos dice la autora, es un lugar en el que las cosas tienen consistencia, en donde se refleja la voz interior y lo escrito entre líneas, “un lago donde habitan verdades que nos conciernen a todos, independientemente del tiempo” [: 149]. A diferencia de lo que ocurre con uno de los libros más famosos de Teller, Nada en donde lo que les ocurre a los personajes se deriva de la fatal existencia humana, la muerte—, en Todo los personajes actúan movidos por sus circunstancias sociales, familiares, culturales, psicológicas. Janne Teller, a través de estos relatos, parece querer comunicar a sus lectores que la elección del actuar humano está condicionada por múltiples factores y, en ese sentido, habría que preguntarnos qué tan libre es esa elección. Es decir, destino y libertad del hombre están íntimamente unidos y limitados, porque el ser humano no es completamente libre, ya que su acción depende en la mayoría de los casos de la acción de otros. No sé si se deba a la traducción que tengo o al estilo que desea imprimir en estos relatos la autora, pero considero que en ocasiones en vez de lectura entre líneas (lo dicho por lo no dicho de Hemingway) el sentido se vuelve críptico, la selección de algunos elementos para desarrollar los temas no siempre es adecuada y la lectura se torna cansada por la repetición y fragmentación de frases y párrafos que diluyen el efecto que estas historias podrían tener en el lector.



Breve historia de la novela china
Lu Xun
Traducción de Rosario Blanco Facal
Barcelona: Azul editorial, 2001, 328 págs.

Mejor conocido por ser el autor de Diario de un loco (1918), Lu Xun, Lu Hsun o Lou Siun, como generalmente se traduce el seudónimo de Zhou Shuren (1881-1936), se dedicó a principios del siglo XX a estudiar, comprender y mejorar el mundo que lo rodeaba. Un viaje a Japón despierta en él el interés por la literatura y es allí precisamente en donde lee a Byron, Shelley, Goethe, Pushkin, Mickiewicz, Petofi, Soseki y Mori Ogai, autores que llevará de regreso a su natal China y cuyas lecturas contribuirán a la revolución literaria que él encabezó en contra de los eruditos feudales que abogaban exclusivamente por la lectura de los clásicos confucianos y por la escritura en lengua tradicional (una especie de latín, pero imposible de hablar, denominada wen yan). Al escribir sus relatos en pai-jua (la transcripción ideográfica del idioma hablado) y al iniciar una cruzada por la divulgación de la literatura, Lu Xun se convirtió en el padre de la literatura china moderna. En su ensayo “Sobre la divulgación de la literatura” (1930) refiere su posición con respecto de la creación y difusión literarias: “No se supone que la literatura sea apreciada solamente por algunas personas de talento en detrimento de quienes han nacido sin talento. Si la norma es: a mayor calidad, menos personas que aprecien las obras, entonces los escritos que nadie logra entender deberían clasificarse como obras maestras…” [: viii]. En otoño de 1920, Ma Youyu, jefe del Departamento de Literatura China de la Universidad de Pekín, lo invitó a dictar un curso sobre la historia de la novela china y es en ese período cuando toma forma un proyecto que Lu Xun había trabajado desde 1912: la Breve historia de la novela china, obra que será publicada por primera vez en 1923 en dos volúmenes por el grupo Xin Chao de la Universidad de Pekín. Es importante la aparición de esta obra no sólo porque Lu Xun se aplicó en la importante tarea de compilar y criticar de manera historiográfica y literaria estas novelas, sino porque antes de ésta no había ninguna historia de la novela china. El término con el que podemos equiparar a la novela en chino es hsiao-shuo, sin embargo, a lo largo de las dinastías este término no tuvo el mismo significado, como lo refiere el mismo autor al señalar: “Hsiao-shuo, el nombre con el cual se designa a la novela, fue utilizado por primera vez por Chuang-Tzu, quien en su obra homónima habló sobre ‘ganar honor y renombre a través del hsiao-shuo’. De hecho, todo lo que él quería decir a través de esta expresión era ‘habladuría de poco relieve’. El término tiene aquí una connotación diferente a la que adquirirá más tarde”.



Los demonios
Heimito von Doderer
Barcelona: Acantilado, 2009, 1662 págs.
Traducción de Roberto Bravo de la Varga

Veinticinco años pasó escribiendo Heimito von Doderer (1896-1966) esta novela considerada el libro cumbre del autor austriaco. Martin Mosebach incluso afirma en la presentación de esta obra en lengua castellana: “[Doderer] Es uno de los mayores prosistas de la literatura alemana de este siglo”, porque en Los demonios (1956), que transcurre en la Viena de entreguerras y en donde se presentan más de cien personajes, su autor, a través de una prosa minuciosa, musical, prolija, plena de imágenes, enmarca la profundidad del alma humana a través de la vida exterior: “La profundidad está afuera”, es un lema que Doderer repite con frecuencia en esta obra. Este enlace entre la vida interior y exterior de los personajes provoca imágenes semejantes a epifanías, no sólo hacia el final del relato, que sería lo recurrente en una obra literaria, sino en los detalles, en las descripciones, en las analogías, en las metáforas que caminan con luz propia en la novela de Doderer, como en la que sigue: “De repente cobró conciencia de su propia inseguridad. Fue un pensamiento tan claro redondo y liso como una perla que se cae del hilo y viene rodando.” José María Guelbenzu en una nota sobre el libro en El País, dice: “Von Doderer es un escritor calmoso, minucioso, muy penetrante, pero siempre poniendo una distancia exterior en el conflicto; construye su novela sobre un arco social de la Viena de entreguerras que va del hampa criminal a la más selecta aristocracia y por ahí abre y entrelaza vías y vidas bien distintas sin perder el hilo; exige, por tanto, un lector también calmoso dispuesto a entrar en un mundo complejo y completo”.