jueves, 30 de enero de 2014

El crítico como artista y el artista como crítico

Uno de los libros con que abriré mi próximo curso, Taller de crítica, en el Centro de Cultura Casa Lamm es un texto poco conocido de Oscar Wilde: “El crítico como artista”, publicado en 1891 como parte de su colección de ensayos Intenciones, pero que apareció originalmente en la revista literaria The Nineteenth Century con el título La verdadera función y valor de la crítica. Dividido en dos partes: El crítico como artista (con algunas observaciones sobre la importancia de estar ocioso) y El crítico como artista (con algunas observaciones sobre la importancia de discutirlo todo), este ensayo está escrito a la manera de un diálogo platónico y comprende muchas de las ideas estéticas de Wilde a la vez que hace un lúcido análisis sobre el panorama literario de su época.

         Sentado en la biblioteca de su casa en Piccadilly, Gilberto toca el piano mientras Ernesto encuentra un libro de memorias en una mesa. El descubrimiento de este libro le permite a Ernesto cuestionar a su amigo sobre el interés que éste tiene acerca de un género de libros escrito por “gente que o bien ha perdido totalmente la memoria o bien nunca ha hecho algo que valga la pena: lo cual, con todo ―continúa Ernesto―, constituye sin duda la verdadera explicación de su popularidad, ya que el público inglés se siente siempre perfectamente a sus anchas cuando le habla una mediocridad”.

         Con esta sugerente afirmación ―hoy quizá vigente más allá de las fronteras inglesas, aunque bien pudiera matizarse con las afirmaciones de Xavier Rupert de Ventós, quien en su libro El arte ensimismado afirma: “la alienación no puede dejar de ser un elemento constitutivo en toda obra de arte” porque la alienación, nos dice este autor, no es mala, sino previa y necesaria, debe ser superada, pero no puede ser superada al negarla, sino que el ser humano ha de transitar por ella como si fuera un peldaño en la escalera del conocimiento estético, al que sólo se accede por medio de la educación―, Gilberto comienza una serie de meditaciones sobre la crítica en el arte que vale la pena considerar:

         Al crítico de arte, desde el siglo XIX, se le percibe como un ser poco creativo, envidioso, mezquino y en cuyas críticas destruye a quienes “en verdad” son artistas. La figura del crítico desde entonces se considera como la del artista frustrado que no tuvo el talento para ejercer ningún tipo de arte. Sin embargo, nos dice Wilde, se nos olvida que desde la antigüedad griega han existido estos críticos que han analizado el arte desde diversos roles. Platón y Aristóteles, por ejemplo, el primero en sus diálogos (Ion o de la poesía, Hipias o de lo bello, Cratilo o del lenguaje) y el otro en su Poética, nos dan a conocer sus pensamientos con relación al arte; los artistas que con sus mismas obras plasmaron sus reflexiones estéticas y su crítica al arte de su tiempo, y, sobre todo, la afirmación más contundente de Wilde: “los griegos eran una nación de críticos de arte”, porque a ellos les debemos, por encima de cualquier otra cosa, el espíritu crítico que ejercitaron en todo cuanto veían: la religión, la política, la ciencia, la metafísica, la educación, el arte, la literatura, la vida.  “Y te aseguro, querido Ernesto, que los griegos charlaban sobre los pintores tanto como lo hace la gente hoy, y tenían sus reuniones privadas y exposiciones baratas y corporaciones de artes y oficios y movimientos prerrafaelistas e impulsos hacia el realismo, y disertaban sobre el arte, y escribían ensayos sobre arte y sus arqueólogos y todo lo demás. ¡Si hasta los empresarios de las compañías teatrales en tournée llevaban consigo a sus críticos teatrales en los viajes y les pagaban suculentos sueldos por sus reseñas laudatorias!”. La importancia que el arte tuvo en el mundo griego no se construyó de manera artificial, sino, seguramente, fue una construcción reflexiva y discursiva, como asegura el escritor, tanto desde el público como desde los artistas.

         Las ideas estéticas que a partir de este punto desarrolla Wilde reflejan un principio fundamental para cualquier artista: “Sin la facultad crítina no existe en absoluto creación artística digna de ese nombre”. La separación, que por error, ignorancia o necedad, han realizado algunas personas entre la crítica y la creación sugiere que el arte no necesita de la crítica y la crítica no es arte. Pero con un análisis agudo Wilde muestra que esa crítica es fundamental dentro de la creación artística y que incluso la crítica es al mismo tiempo un arte, como veremos con algunas reflexiones que presento a continuación:

  •    Para realizar su obra el artista necesita elegir a partir de su instinto estético qué elementos incorporará para que, al realizarla, tenga un efecto en el espectador. “Pues bien: ese espíritu de opción, ese sutil tino de omisión, es en realidad la facultad crítica en uno de sus modos más característicos, y quien no posee esa facultad crítica nada puede crear en el arte”, porque incluso para decidir lo que conviene a una obra hay que saber qué se está haciendo y conocer, en el caso de la literatura, sobre teoría literaria, que, junto con el idioma, son los instrumentos del creador.
  •    A veces, cuando un gran poema o una novela o cuento dejan en nosotros profunda huella, llegamos a pensar que el escritor estaba en un momento tan alto de inspiración que esa emoción espiritual nos la transmite íntegramente, sin el uso de la razón creadora. Pero no es así. “Toda obra imaginativa, dice Wilde, tiene conciencia de sí misma y es intencional”. Es siempre resultado del esfuerzo consciente del creador, de su estudio, de la práctica que diariamente ejerce sobre su arte y, sobre todo, del ensayo y el error.
  •    Crear en la literatura no necesariamente es el reflejo de la vida del artista, sino su conocimiento de las formas y su transgresión de ellas. Gracias a la crítica que los artistas han hecho sobre el arte es que éste ha cambiado sus formas (ya no escribimos siguiendo los modelos arcaicos, o si los retoma es para sugerir nuevos modelos), porque “una época sin crítica es, o bien una época en que el arte es inmóvil, hierático y restringido a la imitación de tipos formales, o bien una época que carece de arte en absoluto”. Es la crítica precisamente la que ha dado los grandes movimientos artísticos desde el romanticismo: realismo, parnasianismo, simbolismo, impresionismo, expresionismo, cubismo, surrealismo, futurismo, ultraísmo y demás exquisitos o malhadados ismos.
  •    Bajo aquella concepción del arte separado de la crítica se llega a afirmar que es más fácil hablar de una cosa que hacerla, pero quienes aseguran esto, ¿acaso piensan en todas las aristas que tiene tal afirmación? Para hablar de una cosa en términos artísticos se necesita exponer no sólo el gusto del que habla, sino su conocimiento sobre el arte que está juzgando y para hacerlo usa diferentes estrategias del pensamiento crítico: evalúa, analiza, argumenta, juzga, ejemplifica, critica…, e incluso sueña, se sueña dentro de la obra que está contemplando porque, como dice Gaston Bachelard sobre sí mismo, es un soñador de palabras, él también se deleita cuando crea, se detiene en la forma, ve a través de los distintos ángulos del arte la obra que se le presenta, usa a la vez el lenguaje racional y emotivo que le produce la obra y nos comparte su experiencia estética, las impresiones que le ha causado una obra, proceso tan subjetivo como difícil de expresar.

Ante todo esto, Wilde contempla al crítico a contracorriente para su época y tal vez aún para la nuestra: “Para el crítico, señala Wilde, la obra de arte es simplemente una sugestión para una nueva obra propia, que no necesita presentar forzosamente alguna semejanza evidentemente con la cosa criticada”, sino que es a veces tan sólo el detonador para su propia obra artística, porque para él el crítico y el artista son uno mismo, ya sea que la obra le invite a escribir una reseña, un ensayo o incluso una novela, una obra de teatro o un poema. Con frecuencia olvidamos que muchos de los grandes escritores han sido críticos de arte, del arte y de su arte: Charles Baudelaire, Thomas de Quincey, André Breton, James Joyce, Victor Hugo, Alfonso Reyes, Miguel de Unamuno...; y que es ese espíritu crítico, ejercido de diversas maneras, el que los ha colocado en el pedestal en que se encuentran.






4 comentarios:

  1. Ojalá yo llegue a ser una buena crítica aunque sea de mi obra...

    ResponderEliminar
  2. Según lo he visto en clase, lo estás siendo, observa hacia atrás.

    ResponderEliminar
  3. Exacto. Al fin un texto que habla y, sobre todo, expone un entendimiento y compresión de lo que es la crítica. Por eso, para aquellos que dicen que el arte no se puede criticar, mejor empiecen a leer todo eso que, evidentemente, no leyeron. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a ti por tu comentario.

    Un saludo,
    Asmara.

    ResponderEliminar