lunes, 23 de febrero de 2015

El cuento y sus complicaciones / Segunda entrega


Cuento es una narración de acontecimientos interrelacionados en un conflicto y su resolución

Tres aspectos importantes, con los que el lector puede determinar si lo que tiene frente a sus ojos es un cuento o no, son el conflicto, la acción y la trama.

         El conflicto es la esencia de un cuento. Se pueden contar historias fabulosas en las cuales los personajes son felices, viven en armonía, todas sus aspiraciones están satisfechas y el mundo que los rodea los admira; pero ninguna de estas narraciones será un cuento. En un cuento, el conflicto (problemática, fricción o deseo) es la apuesta que el escritor convertirá en eje vital de su historia. Desde el inicio hasta el desenlace, todo lo que el escritor incorpore en su relato tendrá una función para resolver o no dicho conflicto por el que pasan los personajes. La palabra conflicto viene del latín conflictus y entre sus diversas acepciones se encuentra, antes que nada, la idea de “lucha, combate, pelea”. Entender este sentido del vocablo es importante porque en los cuentos los personajes entablan una lucha para solucionar aquello que los ha llevado a la hoja en blanco, y, como en la vida, resolver el conflicto en una historia no tiene por qué ser fácil. De ahí que conflicto esté emparentado con la idea de tensión en los cuentos. Cada vez que durante el desarrollo parece que se resolverá el eje de fricción entre los personajes “algo” ocurre que en términos narrativos llamamos “nudo”que evita que esto suceda.

         En términos generales hay tres tipos de conflicto que pueden desarrollarse en una historia:

1)     Conflicto de un personaje consigo mismo.

2)   Conflicto de un personaje con la sociedad.

3)   Conflicto de un personaje con la naturaleza o el destino.

De esta gran tipología se desprenden las demás clasificaciones de los conflictos: de poder, de dinero, de propiedades, de odio, de guerra, de desastres, amorosos, familiares, profesionales, por celos, traiciones, entre colegas, entre vecinos, entre padres e hijos, etc.

         El otro aspecto, la acción, es de enorme valor. Hay relatos en los que un autor detalla un conflicto, muchas veces relacionado con el rubro número uno de la anterior clasificación (conflicto de un personaje consigo mismo), pero en los que no pasa nada. Ningún acto, ningún movimiento y ninguna actividad atraviesan los personajes para tratar de solucionar la batalla en la que están sitiados. Y si no ocurre nada en el texto que se ha creado difícilmente será un cuento. Recordemos que la noción de conflicto está relacionada con “lucha” y en ese sentido los personajes tratarán de luchar por una salida para aquello que los aqueja. Acción, así, se denomina a todos los actos, movimientos y actividades que atraviesa uno o varios personajes para arreglar su conflicto y que depende de la estructura interna (o trama) que ha elaborado el autor con fines artísticos.

         La trama es la manera en que un autor dispone el inicio o planteamiento, el desarrollo y el desenlace de un cuento. Una idea clásica de establecer la trama es escribirla cronológicamente: Primero A (inicio), luego B (desarrollo), después C (clímax) y al final se solucionó o no el conflicto, D (desenlace).
 
         La trama moderna nace con Poe (aunque algunos objetarán esto, sobre todo por las ideas vertidas por Ricardo Piglia en la Tesis sobre el cuento, que publicó en 1987, pues se olvidan de discutir las opiniones de esta tesis al tomar por verdad lo que es una apuesta de su autor), quien en muchos de sus cuentos desarticula el principio de tiempo (unidad de tiempo aristotélico) para crear cuentos desde el desenlace o desde tal tensión que podemos notar con claridad el desarrollo. También algunos de sus relatos terminan en el clímax o en lo que sería el inicio del cuento. Léanse para determinar la trama, por ejemplo, el Tonel de amontillado, El retrato oval, Sombra, Ligeia y aun aquel ensayo lleno de brillante imaginería sobre lo que es un buen cuento: Hawthorne.

         De esta manera, para nosotros, los modernos, no basta con que un cuento posea todos estos elementos, de por sí difíciles de construir, sino que además debe tener un efecto en el lector, mostrar cierto estilo (o estilos) y armonía con respecto del arte literario que desea expresar su autor.
 
 

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