A salto de hombre
Perdí el libro del que iba a hablar esta
semana. A veces pasa eso, como si un libro no quisiera ser leído o encontrado
para permanecer encerrado en sus contornos. Será que nace de experiencias y
meditaciones tan íntimas que hablar de él es llevar al terreno de lo público
algo que debería quedarse en la privada mente del lector. Así, tendré que
esperar a que el libro de Pura López Colomé quiera ser reseñado.
Atento a su propio devenir, este salmón poético, que
tiene una evocación del albatros baudelaireano, avanza llevando por delante su voluntad
de saltar hacia la cumbre ante el tumulto de rocas e hilos de agua y no
rendirse a pesar del fluido brutal de la corriente que lo obliga, en ocasiones,
a retroceder, pero de la que vuelve a salir para continuar su extraño
recorrido, camino a la nada.
En
su lugar hablaré de un libro de poesía publicado a principios del año pasado: A/salto de río (Agonía del salmón) de
Raúl Renán. El tema principal de este pequeño gran libro es el destino del
hombre. Convertido poéticamente en este pez, Renán invita al
lector a seguirlo, desde su nacimiento hasta su muerte, por el sinuoso y
difícil camino que se ha trazado. Como el salmón que nada a
contracorriente, el hombre lucha por sobrevivir a pesar de las adversidades que
el mundo le asigna.
El poema
comienza con una canción que más parece indicación, proclama o mantra, sonora
repetición con la que da inicio el ciclo de vida del salmón y que al leerla nos
sugiere que el eco de repetición anula el tiempo, pues esto volverá a suceder
de manera continua hasta convertirse en una constante dentro de la música del
universo.
Viaje al
nacimiento
Canción
(fragmento)
Salmón S.
Almónides.
agua
del
nadar
cruel
al
ahí
al
ahí
al
ahí
al
ahí
al
En este sentido, el salmón es como el poeta, un ser
que pudo haber seguido la corriente o el influjo de las personas que tenía a su
alrededor, pero que, en tiempos aciagos para la poesía y para él mismo, decide convertirse
en un contrasentido; un ser que descubre que el mundo está desajustado y que al
lado del que ve la gente existen otros mundos que en su observación atenta
serán descubiertos con la música de sus palabras.
Para
Renán, las palabras no sólo tienen significado semántico, sino que por sí
mismas, por su forma, pueden significar nuevas cosas. Dentro del poema, las
palabras se transforman en agua, en pez o en el sendero por el que el salmón se
desplaza, un desplazamiento que va de abajo hacia arriba.
El camino, sin embargo, es
trágico, porque como el del hombre lo lleva a la nada, a la lenta desaparición
de su ser y a la ineludible pregunta: ¿para qué tanto esfuerzo? El libro cierra
con dos páginas en negro, como referencia a la vuelta al origen, a la oscuridad,
o quizá a la búsqueda de una respuesta que, como los hombres antiguos, buscaban
en la oscuridad de una noche con pequeñas estrellas.
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