jueves, 7 de febrero de 2013

A salto de hombre

Perdí el libro del que iba a hablar esta semana. A veces pasa eso, como si un libro no quisiera ser leído o encontrado para permanecer encerrado en sus contornos. Será que nace de experiencias y meditaciones tan íntimas que hablar de él es llevar al terreno de lo público algo que debería quedarse en la privada mente del lector. Así, tendré que esperar a que el libro de Pura López Colomé quiera ser reseñado.

         En su lugar hablaré de un libro de poesía publicado a principios del año pasado: A/salto de río (Agonía del salmón) de Raúl Renán. El tema principal de este pequeño gran libro es el destino del hombre. Convertido poéticamente en este pez, Renán invita al lector a seguirlo, desde su nacimiento hasta su muerte, por el sinuoso y difícil camino que se ha trazado. Como el salmón que nada a contracorriente, el hombre lucha por sobrevivir a pesar de las adversidades que el mundo le asigna.

         El poema comienza con una canción que más parece indicación, proclama o mantra, sonora repetición con la que da inicio el ciclo de vida del salmón y que al leerla nos sugiere que el eco de repetición anula el tiempo, pues esto volverá a suceder de manera continua hasta convertirse en una constante dentro de la música del universo.


Viaje al nacimiento

Canción (fragmento)

Salmón S. Almónides.

 

agua

            del

nadar

            cruel

al

                     ahí

            al

ahí

al

            ahí

            al

ahí

            al

 
Atento a su propio devenir, este salmón poético, que tiene una evocación del albatros baudelaireano, avanza llevando por delante su voluntad de saltar hacia la cumbre ante el tumulto de rocas e hilos de agua y no rendirse a pesar del fluido brutal de la corriente que lo obliga, en ocasiones, a retroceder, pero de la que vuelve a salir para continuar su extraño recorrido, camino a la nada.

En este sentido, el salmón es como el poeta, un ser que pudo haber seguido la corriente o el influjo de las personas que tenía a su alrededor, pero que, en tiempos aciagos para la poesía y para él mismo, decide convertirse en un contrasentido; un ser que descubre que el mundo está desajustado y que al lado del que ve la gente existen otros mundos que en su observación atenta serán descubiertos con la música de sus palabras.

Para Renán, las palabras no sólo tienen significado semántico, sino que por sí mismas, por su forma, pueden significar nuevas cosas. Dentro del poema, las palabras se transforman en agua, en pez o en el sendero por el que el salmón se desplaza, un desplazamiento que va de abajo hacia arriba.

         El camino, sin embargo, es trágico, porque como el del hombre lo lleva a la nada, a la lenta desaparición de su ser y a la ineludible pregunta: ¿para qué tanto esfuerzo? El libro cierra con dos páginas en negro, como referencia a la vuelta al origen, a la oscuridad, o quizá a la búsqueda de una respuesta que, como los hombres antiguos, buscaban en la oscuridad de una noche con pequeñas estrellas.

 

 

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