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Mostrando entradas de junio, 2013

En defensa del libro

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¿De qué sirve enseñar a leer a nuestros niños, si no se les proporcionan facilidades para adquirir libros? Las llaves de los conocimientos son inútiles para quien no tiene a su alcance el libro que ha de abrir con ellas. Domingo Faustino Sarmiento En octubre este blog cumple el primer año. La razón de que se llame Entre libros tiene que ver con la idea de algunos internautas, entre ellos libreros, de que la desaparición del libro es inminente. He intentado responder con este blog sobre la necesidad de los libros en la vida humana, pues sin libros, en definitiva ésta se volvería, además de mecánica, algo que tiene que ver con estados más primitivos del ser humano, aunque no nos demos cuenta.          Esto que comento el día de hoy, y que expuse brevemente en el primer texto que compartí con ustedes, me lo viene a confirmar un libro que compré recientemente en Xalapa, Veracruz, Elogio y defensa del libro de Ernesto de la Torre Villa...

Descubriendo a los poetas ensayistas mexicanos

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He descubierto con gran placer en mis últimas lecturas, para una clase que estoy preparando de taller de ensayo, que el ensayo mexicano es de una riqueza literaria enorme, que afortunadamente para nosotros el ensayo no se acabó con Alfonso Reyes ni Octavio Paz, aunque muchos maestros se dediquen para enseñarlo exclusivamente a ellos o al ensayo inglés, que es magnífico y hay que leerlo, pero que al dedicarnos sólo a ellos estamos dejando de lado voces literarias, divagadoras y reflexivas tan interesantes como las de Ramón López Velarde, Martín Luis Guzmán o Amado Nervo, a quienes se conoce a través de otros géneros literarios.          El ensayo se establece como género de la mano de Miguel de Montaigne, un pensador francés cuya interesante vida, como proyecto educativo del padre, valdría la pena que fuera analizada por los pedagogos. Sin embargo, como dice Francis Bacon, el ensayo, como palabra, es nueva, pero la cosa es vieja. Allí está...

Generación Z.y.x

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Hace muchos años, cuando estudiaba en la Universidad, Douglas Coupland publicó un libro que fue emblemático entre los que éramos jóvenes en aquella época: Generación X . En este libro, prácticamente olvidado ahora, Coupland afirmaba que lo que caracterizó a los chicos de ese momento —a diferencia de nuestros padres que habían sido muchachos en la década de los setenta— era una gran apatía por todo lo que tuviera que ver con la política, un enorme desencanto por las promesas no cumplidas (pues la idea con que nos forjaron nuestros padres: estudia para que tengas un mejor futuro, se había diluido porque o no encontrábamos trabajo o los salarios se habían pauperizado), una fuerte adicción a la televisión y a la tecnología y, en fin, una dispersión de ideas, de gustos, que realzaba nuestra desorientación e incertidumbre.          Precisamente por lo anterior, nadie en sus cinco sentidos quería ubicarse en dicha generación. Todos, o casi, hubiér...