El cuento y sus complicaciones / Segunda entrega
Cuento
es una narración de acontecimientos interrelacionados en un conflicto y su
resolución
Tres aspectos importantes, con
los que el lector puede determinar si lo que tiene frente a sus ojos es un
cuento o no, son el conflicto, la acción y la trama.
El conflicto es la
esencia de un cuento. Se pueden contar historias fabulosas en las cuales los
personajes son felices, viven en armonía, todas sus aspiraciones están
satisfechas y el mundo que los rodea los admira; pero ninguna de estas
narraciones será un cuento. En un cuento, el conflicto (problemática, fricción
o deseo) es la apuesta que el escritor convertirá en eje vital de su historia.
Desde el inicio hasta el desenlace, todo lo que el escritor incorpore en su
relato tendrá una función para resolver o no dicho conflicto por el que pasan los
personajes. La palabra conflicto viene del latín conflictus y entre sus diversas acepciones se encuentra, antes que
nada, la idea de “lucha, combate, pelea”. Entender este sentido del vocablo es
importante porque en los cuentos los personajes entablan una lucha para solucionar
aquello que los ha llevado a la hoja en blanco, y, como en la vida, resolver el
conflicto en una historia no tiene por qué ser fácil. De ahí que conflicto esté
emparentado con la idea de tensión en los cuentos. Cada vez que durante el
desarrollo parece que se resolverá el eje de fricción entre los personajes “algo”
ocurre —que en términos narrativos
llamamos “nudo”— que evita
que esto suceda.
En términos generales hay tres tipos de conflicto que pueden
desarrollarse en una historia:
1) Conflicto
de un personaje consigo mismo.
2) Conflicto
de un personaje con la sociedad.
3) Conflicto
de un personaje con la naturaleza o el destino.
De esta gran tipología se
desprenden las demás clasificaciones de los conflictos: de poder, de dinero, de
propiedades, de odio, de guerra, de desastres, amorosos, familiares, profesionales,
por celos, traiciones, entre colegas, entre vecinos, entre padres e hijos, etc.
El otro aspecto, la acción,
es de enorme valor. Hay relatos en los que un autor detalla un conflicto,
muchas veces relacionado con el rubro número uno de la anterior clasificación (conflicto
de un personaje consigo mismo), pero en los que no pasa nada. Ningún acto, ningún movimiento y ninguna actividad
atraviesan los personajes para tratar de solucionar la batalla en la que están sitiados.
Y si no ocurre nada en el texto que se ha creado difícilmente será un cuento.
Recordemos que la noción de conflicto está relacionada con “lucha” y en ese
sentido los personajes tratarán de luchar por una salida para aquello que los
aqueja. Acción, así, se denomina a todos los actos, movimientos y actividades
que atraviesa uno o varios personajes para arreglar su conflicto y que depende
de la estructura interna (o trama) que ha elaborado el autor con fines
artísticos.
La trama es la
manera en que un autor dispone el inicio o planteamiento, el desarrollo y el
desenlace de un cuento. Una idea clásica de establecer la trama es escribirla
cronológicamente: Primero A (inicio), luego B (desarrollo), después C (clímax)
y al final se solucionó o no el conflicto, D (desenlace).
La trama moderna nace con Poe (aunque algunos objetarán
esto, sobre todo por las ideas vertidas por Ricardo Piglia en la Tesis sobre el cuento, que publicó en
1987, pues se olvidan de discutir las opiniones de esta tesis al tomar por verdad
lo que es una apuesta de su autor), quien en muchos de sus cuentos desarticula
el principio de tiempo (unidad de tiempo aristotélico) para crear cuentos desde
el desenlace o desde tal tensión que podemos notar con claridad el desarrollo.
También algunos de sus relatos terminan en el clímax o en lo que sería el
inicio del cuento. Léanse para determinar la trama, por ejemplo, el Tonel de amontillado, El retrato oval, Sombra, Ligeia y aun
aquel ensayo lleno de brillante imaginería sobre lo que es un buen cuento: Hawthorne.
De esta manera, para nosotros, los modernos, no basta con
que un cuento posea todos estos elementos, de por sí difíciles de construir,
sino que además debe tener un efecto en el lector, mostrar cierto estilo (o
estilos) y armonía con respecto del arte literario que desea expresar su autor.
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