Imaginación, memoria y muerte en "Morirás lejos" de José Emilio Pacheco
In memoriam
Extraño,
misterioso, tal vez peligroso, tal vez redentor consuelo de escribir: salir de
la fila de los asesinos, observar los hechos.
Franz Kafka. Diarios
Desde la década
de los noventa hasta nuestros días hay una exagerada preocupación entre los
jóvenes escritores por aportar novedosas formas a la literatura, ello, a veces,
sin importar que el contenido de sus textos no esté a la altura de la forma que
encontraron[1].
Sin embargo, a lo largo de la historia literaria, la imaginación del hombre ha buscado
cauces diferentes, originales, para darle salida a esta necesidad vital de
dejar plasmadas sus ideas, sus experiencias, su vida y sus preocupaciones. Es
decir, la necesidad de contar historias ha desembocado no sólo en la necesidad
del contenido, sino de la forma, desde siempre.
Se nos olvida, por ejemplo, que el
auge que tuvo la literatura de ciencia ficción durante el siglo xx estuvo precedido por varias obras de
siglos anteriores, como los relatos de Cyrano de Bergerac (El otro mundo, siglo xvii)
o del barón de Münchhasen (Las aventuras
del barón de Münchhasen, siglo xviii),
entre otras; pero sobre todo, que los relatos de ciencia ficción tienen su
antecedente más claro en Los relatos
fantásticos[2]
de Luciano de Samósata, escritos en el siglo ii
d.C., bajo el nombre de Relatos verídicos,
y narran historias donde los personajes tienen viajes fabulosos, como el viaje
a la luna, y que, como el título y el tema lo refieren, son relatos paródicos,
contradictorios, caricaturescos, basados en tradiciones literarias anteriores[3].
En éstos, Luciano trabaja con la novedad de la forma al unir el diálogo con la
comedia[4].
En ese sentido, hay un breve libro,
apenas de 150 páginas, un poco olvidado por la historia literaria mexicana: Morirás lejos, de José Emilio Pacheco,
que es un enorme acercamiento a estas dos caras (forma y fondo) con las que ha
crecido la literatura del mundo.
La historia es evanescente. Nunca
sabemos quién habla. Si hay uno o varios narradores. Dividido en cinco
capítulos: Salónica, Diáspora, Grossaktion, Totenbuch, Götterdämmerung; un
Desenlace y un Apéndice (u otros posibles descenlaces), a primera vista parece
un libro que no tiene coherencia, o más bien, un libro que se pierde en
diversidad de ideas.
Pero esto es totalmente falso. Cada
palabra y cada idea inscritas en Morirás
lejos parecen acudir a una estructura interna extraordinariamente planeada
por el autor. Morirás lejos es, entre
otras cosas, el recuento de la persecución que, en algunos momentos históricos,
ha sufrido el pueblo judío; pero es más que eso. Pacheco recurre a la memoria
histórica y a digresiones interminables con el fin de dejar huella de lo que
acontece cuando uno es perseguido por otro.
Así, el libro se abre como un
enigma. Quién persigue a eme, quién es Alguien, quién está sentado en la banca
de un parque leyendo todos los días el aviso oportuno de El Universal, donde hay un pozo con forma de torre y un perpetuo olor
a vinagre. Pero, sobre todo, quién es el perseguido y quién el perseguidor.
A diferencia de otros textos que
intentan entablar un diálogo con el lector poniendo varios finales para que
éste escoja el que quiera o invente el suyo, en el caso de Morirás lejos, Pacheco entabla el diálogo con el lector desde el
inicio de su obra. Podemos escoger el principio que queramos, ya que los enumera, podemos escoger el desenlace que nos acomode, puesto que hay varios, o
la anécdota que queramos. El texto es tan libre y tan abierto a posibilidades
como lo deseé el lector, o quizá, como se dé cuenta. Porque una obra tan
compleja como ésta de Pacheco necesita también lectores competentes y abiertos.
No por ello, sin embargo, la
intención del autor se diluye. Al contrario. Recorre el texto como una marca de
agua. Los judíos a lo largo de la historia han sido perseguidos, pero no han
sido los únicos, recordemos la persecución del pueblo armenio por parte de los
turcos o, con un dolor más íntimo para los mexicanos, la persecución de
españoles por parte de españoles en su guerra civil, cuando los padres mandaron
a México, Rusia y a otros países a sus hijos pensando que en cualquier momento
los iban a matar por ser republicanos; como efectivamente sucedió y por lo cual
aún se descubren fosas clandestinas con familias enteras: abuelos, padres,
niños, bebés...
De manera que, como el mismo Pacheco
lo dice en su texto, Morirás lejos es
un recordatorio, una advertencia, un intento porque el ciclo de destrucción del
hombre por el hombre no vuelva a ocurrir. Pero si vuelve será ahora más
comprensible, porque el acecho, la ruindad, la asfixia de vivir también son
sensaciones que aquejan al corazón del hombre.
Y todo esto es pensado, inventado o
narrado por Alguien, un personaje sentado en una banca de un parque que lee el
aviso oportuno de El Universal, y
cuya presencia se encuentra en todo el texto, pues, extraordinariamente, el
capítulo en donde aparece este personaje se incorpora a los otros capítulos y
entabla un diálogo con ellos.
Salónica se encuentra a lo largo de
todos los capítulos, pese a ser éste un apartado. Además, cada capítulo está en unidad con un símbolo, y de ninguna manera son gratuitos: el símbolo de Salónica se refiere a la unión
entre la A de alguien y la M de eme, personajes-símbolos a lo largo del texto
de gran relevancia; representa la lucha entre los hombres. Diáspora,
representado por el caduceo de Hermes, se refiere al nombre con
el que se conoce, desde el siglo I d.C., al exilio de los judíos por
parte de los romanos: la expulsión de Jerusalén. Las serpientes del caduceo
representan dos fuerzas encontradas, pero que buscan equilibrio.
Grokssaktion, la gran acción, unida al símbolo de la esvástica refiere la persecución que los nazis hicieron de los judíos. Es
interesante que parte de la obra se construya con documentos oficiales, en este
caso, con parte de los documentos de los juicios de Nüremberg. En el libro de
los muertos, o Totenbuch, presenciamos asesinatos masivos de judíos. El símbolo
que lo acompaña, la triple cruz, representa el sacrificio. Götterdämmerung, o
el crepúsculo de los dioses, se encadena al apocalipsis, a la destrucción de la
tierra como consecuencia de la muerte de los dioses. Entre los judíos, el
candelabro, como el que va unido a este capítulo, simboliza la relación con los
planetas, pero en alquimia este símbolo representa al vinagre, cuyo olor se
asocia con el dominio sobre la materia.[5]
A través de estos capítulos también
podemos observar un claro inicio, un desarrollo, un clímax y un deselance de
manera general dentro de la novela que usa diferentes estrategias o géneros
discursivos. La poesía, el diálogo, el monólogo, aunque usados desde tiempo
atrás, se actualizan en la obra de Pacheco porque están usados como no se
había hecho. Uno de los personajes que establece diálogo con el autor es el
lector. Pacheco recrea los diálogos que el posible lector está haciendo al
juzgar su obra, la prosa cambia de lugar al dejar espacios luego de una coma o
sin ella, como Mallarmè con su poesía, quien dejaba espacios en blanco para
hacer una pausa mayor con la pretensión de que el lector llenara los huecos
con letras y palabras. Es decir, es un dicho en lo no dicho. Tal vez Pacheco
pensó en esta función al elaborar el texto.
Es evidente que este complejísimo
texto dialoga con la humanidad, representada por escritores, lectores,
políticos, víctimas o victimarios. No importa qué papel estemos representando
en el momento de la lectura de esta obra, lo importante es tomar conciencia que
podemos ser cualquier cosa, y que de todas maneras vamos a morir y que lo más
seguro es que moriremos lejos, lejos de nosotros mismos, en una tierra
prestada, que por un instante nos ata y nos hace creer que, como ella, seremos
eternos espectadores de la vida del hombre.
Bibliografía
Pacheco, José
Emilio. Morirás lejos. México: SEP,
1967.
Internet
[1] Como si únicamente la
forma novedosa le diera validez a su escritura.
[2] Cfr. Luciano de Samósata.
Relatos fantásticos. Madrid: Óscar
Mondadori, 1991.
[3] Hace dos mil años,
Antonio Diógenes afirmaba en un extenso relato de más de veinticuatro libros, Maravillas increíbles de más allá de Tule,
que él fue el primero en pisar la Luna. Cfr. Ibídem, p. VII-IX.
[4] Lo cual, según Luciano,
era una innovación en su época (cfr. González Porto-Bompiani. Diccionario Bompiani de autores literarios.
Barcelona: Planeta-de Agostini, 1998, pp. 1640-1641), aunque de pronto suene
extraño si pensamos en la literatura griega y en Aristófanes, por ejemplo.
[5]
Véase Elisena Ménez Sánchez. “Morirás
lejos”: el futuro se conquista por la memoria del pasado perdido, en http://www.lasiega.org/index.php?title=%22Morir%C3%A1s_lejos%22:_el_futuro_se_conquista_por_la_memoria_del_pasado_perdido.
Si 'lo más seguro es que moriremos lejos', a contralógica es que vivamos demasiado cerca sin percatarlo del todo, en tiempo, espacio o en el tiempo-espacio JEP.
ResponderEliminarFelicitaciones por su texto.
Gracias, Jomelape, hermosa reflexión. Un saludo.
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