SER PARTE DE EL COMITÉ 1973
Formar parte de El Comité 1973 , primero como colaboradora y después como editora de esta revista, ha sido para mí, antes que nada, una aventura, y luego una especie de posgrado en el arte literario y en la edición de revistas. Una aventura porque se necesita ser un aventurero (un bohemio, un viajero de ideas, alguien osado, rebelde y, por supuesto, alguien loco) para integrarse a un proyecto que defiende la creación artística en un país con millones de personas que tienen a la televisión como modelo de comportamiento y que, aunque en el fondo tal vez quisieran, no leen porque se les hace aburrido, pese a las campañas de lectura que se han implementado y que no cumplen su función porque siguen tratando a la lectura como una obligación en vez de un disfrute individual, y que pueda transmitirse, como se desea, de padres a hijos. Estar en El Comité 1973 es, pues, una aventura, y en ésta he conocido otros aventureros, igual, quiero pensar, de osados, bohemios, viajeros de ideas, re