miércoles, 7 de agosto de 2013

Brevísimos cuentos de espantos



Todo libro es un manuscrito en una botella.


Hay ocasiones en que al ver un libro de microrrelatos pienso en las razones por las que alguien le apuesta a un género tan difícil de leer en formato de libro. Edgar Allan Poe, quien fue uno de los mejores lectores que ha dado el mundo, decía que para lograr la unidad de impresión es necesario que el texto que vamos a leer tenga una duración de entre treinta minutos y dos horas. De manera que lo que se ha entrelazado al interior de un escrito tenga la capacidad de producir un efecto en los lectores. Esto tiene que ver con la capacidad de percepción, empatía, entendimiento y con los niveles de lectura que tenga un texto. Sabiendo lo anterior es necesario decir que la lectura entre microrrelato y microrrelato llevará no media hora, sino, acaso, un par de minutos.

         Pero Brevísimos cuentos de espantos del escritor dominicano Vicente Arturo Pichardo no es sólo un libro de microrrelatos formato que, como vimos, tiene sus propias dificultades, sino un libro en el cual el terror dialoga con el humor negro, con el género policiaco, con el chiste popular, con el arte y con el miedo a lo desconocido. Es en ocasiones sugerente, y en esos momentos se observan los años que Vicente le ha dedicado a la poesía; en otras, más certero, como si estuviese ofreciendo un brebaje tóxico a sus personajes; lúdico y emocional, cuando nos remite a sensaciones y recuerdos de la infancia, y original y provocador cuando transforma un género cuadrado (como una receta de cocina) en un microrrelato.

         A través de las páginas de esta obra podemos ver, al mismo tiempo, el crecimiento de un autor que ha emergido como una de las voces más interesantes de su generación en República Dominicana. Ha sido un honor que me haya invitado a prologar su libro y esperemos que el destino consolide lo que el talento y el trabajo han cimentado. 

         Brevísimos cuentos de espantos de Vicente Arturo Pichardo, editado por Luna Insomne Editores en la Colección Delicatessen, está a la venta a través de Amazon. Aquí su link y dos de los microrrelatos del libro:


MÁS QUE UN ECLIPSE
   
Cada vez que la Luna se alinea con el Sol y la Tierra suceden cosas extrañas, algunos muertos se levantan de sus tumbas. En una ocasión en la alineación también estuvo Venus y una ciudad completa se pobló de muertos. Ahora sólo quedan algunos segundos para que los planetas del Sistema Solar estén alineados con el Sol, éste con la estrella Alpha Centauri , y ésta a su vez con un hoyo negro. No sé qué pasará, pero estoy temblando.

EVOLUCIÓN

Los muertos no me asustan. Cuando pequeño a lo único que le temía era a los demonios, por la apariencia y la manera en que aparecían en la oscuridad. No podía estar solo. Dormía con la luz encendida. En los días lluviosos me quedaba debajo de las sábanas. Mis padres solucionaban mis explicaciones con la frase «es cosa de tu imaginación». A medida que iba creciendo desaparecían todas las visiones. Sin embargo, en las noches veía por todas partes con el temblor de mi pecho y las lámparas bien cerca porque sentía alguna presencia. Ahora no tengo que preocuparme, desde que caí por los escalones no tengo miedo. Mi cuerpo sigue cambiando: las uñas están alargadas, mi piel pálida y los cuernos salieron por completo. Y sólo tengo que aparecerme de vez en cuando a los niños en las noches.



viernes, 2 de agosto de 2013

Vigencia del arte de vanguardia

Tres años antes de la revolución francesa de 1848, que devendría en la elección de Luis Napoleón, sobrino de Bonaparte, como presidente de la segunda República y que terminaría con la disolución de la cámara legislativa y con el arribo de aquél como emperador, Gabriel–Désiré Laverdant, en un escrito titulado De la mision de l’art et du rôle des artistes, usó un término al que se le ha dado tradicionalmente como fecha de nacimiento los inicios de la Primera Guerra Mundial: vanguardia. Sin tener constancia de que haya sido el primer escrito donde se le usó para designar de manera figurada una avanzada diferente de la militar, es interesante que desde entonces tal locución haya puesto énfasis en la idea de una interdependencia entre arte y sociedad e incluso en que el arte es también un instrumento de acción y de reforma social, de propaganda y agitación política. Dice Laverdant:


El Arte, expresión de la sociedad, manifiesta en su impulso más alto, las tendencias sociales más avanzadas: es anticipador y revelador. Ahora bien, para saber si el arte cumple bien su propia misión de iniciador, si el artista está verdaderamente situado en la vanguardia, es necesario saber a dónde va la Humanidad, cuál es el destino de la especie… Junto al himno a la felicidad el canto doloroso y desesperado… Poned al desnudo con brutal pincel todas las fealdades, todas las inmundicias que hay en el fondo de la sociedad.


         Este acaecimiento temprano del término de la mano de las revueltas sociales y de las nuevas doctrinas políticas que lo acogieron, como el socialismo, marcó el aliento que tendría hasta antes de la Segunda Guerra Mundial vinculándose con acciones de reforma social, política, a través del arte y con un alto sentido de la crítica.

         No obstante, y a pesar de que Charles Baudelaire en su Mon coeur mis à nu se refiere a “littérateurs du avant-garde” para burlarse de aquellos escritores radicales de ideologías de izquierda, el corazón de la vanguardia bombea a través de la misma sangre que dio origen al romanticismo, al parnasianismo y al simbolismo; por un lado, el rechazo a la creación establecida en términos académicos, como tradición o escuela, y la propia actividad creativa que genera este rechazo. Así, activismo y antagonismo son actitudes inherentes a la noción de movimiento; expresión que sigue en uso para designar todas aquellas corrientes literarias posteriores al romanticismo y que han roto con los esquemas tradicionales de creación.

         Aunque debemos tomar esta reflexión con cierto recelo porque si bien los movimientos rompen con escuelas o tradiciones anteriores, ello no quiere decir que su composición sea absolutamente original, es decir, que surja de la nada. Mientras se rechazan algunos aspectos anteriores de la manera de comprender el arte se rescatan otros incluso mucho más antiguos, aunque claro, algunas veces con enfoques más frescos. Por ejemplo, si el parnasianismo bajo el lema “el arte por el arte” intentó desvincular al arte de aspectos sociales, religiosos, políticos, y dio paso a que germinaran muchas corrientes fundadas en este aspecto, las primeras vanguardias del siglo XX –el expresionismo, el cubismo, el surrealismo, el futurismo- emergen en contra de esta postura que llevó a muchos artistas a contemplar sólo la forma artística. Sin embargo, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial el instinto del arte vuelve a modificarse y se rehúsa la creación que tenga funciones sociales, políticas, etc. Por eso, en su Manifiesto Dadá de 1918, Tristán Tzara indicaba:


El amor por la novedad es la cruz simpática, es prueba de un mimpotacarajismo ingenuo, signo sin causa, pasajero positivo. Pero esta necesidad es tan vieja como otras. Al dar al arte el impulso de la suprema simplicidad: la novedad, uno es humano y verdadero respecto de la diversión, impulsivo, vibrante para crucificar al tedio.


Y párrafos posteriores va más lejos en sus reflexiones:


El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista), sino que crea directamente en piedra, madera, fierro, estaño, organismos locomotores a los que pueda voltear a cualquier lado el viento límpido de la sensación momentánea.


Aunque el dadaísmo terminó con la negación del arte y con el absoluto rechazo a la composición artística, los estrepitosos postulados de Tzara ponen de relieve algo importante con respecto a la creación en términos artísticos y que, me parece, sigue vigente aún hoy: el arte original parte de cosas viejas.

         Tanto en su rechazo como en el uso que hace de éstas alimenta al arte nuevo (pensando en arte, claro, tecné, no en embaucadores que dicen que un lienzo en blanco es arte). Aunque tal vez el arte de ahora, que deviene de todos aquellos movimientos artísticos, esté menos interesado en explicar lo que hace, cómo lo hace y por qué lo hace, el uso de los elementos tan diversos y abundantes que lo vigorizan sigue vigente.